Panorama regional del flujo de residuos en ciudades de AL y Caribe
Al reto de la cantidad creciente de residuos se suma el de la disposición.

La publicación "El peso de las ciudades en América Latina y El Caribe. Requerimientos futuros de recursos y potenciales rutas de actuación" del PNUMA-Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que tiene por objetivo promover la inclusión de la eficiencia en el uso de los recursos en la planificación y gestión de las ciudades a partir de la identificación de potenciales medidas que puedan reducir la demanda de recursos y los impactos socioecológicos asociados a su obtención, uso y eventual desecho
En esta edición de la revista transcribimos el punto 2.3 del Capítulo 4 que describe el escenario tendencial en la gestión de residuos sólidos.
Residuos Sólidos
Delinear el panorama regional de los diversos flujos de residuos que tienen lugar en las ciudades de ALyC es todo un reto debido a la complejidad asociada a las características propias de los flujos de residuos provenientes de hospitales, de la construcción, del transporte, comercio y servicios, o de las viviendas, y más aún, por la ausencia o fragmentación de datos descriptivos de tales flujos. A la fecha, el flujo mejor descrito es el de residuos sólidos municipales, no obstante, es pertinente advertir que dicha descripción no representa a cabalidad la realidad de ALyC, por un lado, porque no es exhaustiva ni cubre todos los países de la región, y por el otro, debido a que los datos sobre el volumen de residuos sólidos municipales generados varían por país en función de la fuente de medición utilizada.
La estimación de la tasa de generación de residuos sólidos municipales generalmente se hace por medio de métodos estandarizados propios de cada país, mismos que son indirectos. Por ejemplo, el cálculo de la cantidad generada se realiza a través de los registros de volúmenes de residuos sólidos municipales que son recibidos en el sitio de disposición final. Esto en principio da cuenta del volumen colectado y no necesariamente del generado. De manera adicional dichos registros están en función de las coberturas del servicio de recolección, las cuales varían con amplitud entre los países de ALyC, pero también entre ciudades e incluso entre sectores en una misma ciudad. Asimismo, el flujo de residuos sólidos municipales que es recolectado, transportado y entregado experimenta merma en cada fase del proceso debido a la separación informal de algunos materiales. Por último, cabe precisar que el monto de residuos sólidos municipales reportado ha sido ajustado con el “factor U” para dar cuenta de la proporción de lo urbano, es decir, para estimar los RSM_u (véase mayores detalles sobre la construcción del factor U en el capítulo 2).
Teniendo en consideración la incertidumbre que deriva de lo anterior, esta sección aborda los aspectos claves para la reducción del peso de las ciudades desde el ámbito del manejo de los RSM_u, para lo cual se plantean esquemas de circularidad como soporte del avance de agendas integrales más robustas como las que apuestan por “basura cero” (IRP, 2018). En tal sentido, como se plantea más adelante, el reciclaje de materiales y el composteo de la fracción orgánica de los residuos son acciones insuficientes, siendo necesaria también la reducción de la propia generación de residuos como resultado de un cambio en los patrones y estilos de consumo (por ejemplo, en lo que refiere a plásticos de un solo uso), así como de medidas que promuevan la recuperación y reúso de residuos. Sobre esto último es importante resaltar el papel clave que juegan los recicladores urbanos en la región. En ALyC se estima que cuatro millones de personas viven de recolectar y vender residuos, la mayoría en condiciones de extrema vulnerabilidad (bidLab, 2017).
Después de presentar de manera panorámica el estado de la generación de residuos, tanto sólidos municipales como de otro tipo (subsección 2.3.1), así como de revisar brevemente sus implicaciones socioambientales (sección 2.3.2), se analiza el potencial de reducir el peso de las ciudades mediante diversas medidas en el ámbito de los RSM_u (subsección 2.3.3).
Reconociendo que ALyC presenta un fuerte grado de informalidad en el sector y un rezago alto en reciclaje y muy alto en reúso, por lo menos en su circuito o dimensión formal, esta sección también ofrece una reflexión sobre los retos y oportunidades para afianzar modelos apropiados de gobernanza urbana en la materia (subsección 2.3.4).
Estado de la generación de residuos en ALyC
RESIDUOS SÓLIDOS MUNICIPALES (RSM)
En ALyC, la generación de RSM_u en 2015 se estima fue del orden de 1.08 kg per cápita al día, con variaciones de poco más de medio kilo en Guatemala o Surinam, hasta más de tres kilos en las Islas Vírgenes Británicas (ver estimaciones en el capítulo 2 de este reporte). La composición de los RSM _u de la región se indica en la figura 15, mientras que el panorama para una muestra de ciudades se presenta en la figura 16. Como se observa los materiales reciclables (papel, cartón, vidrios, metal y plásticos) representan casi un tercio de los residuos urbanos, contexto en el que las ciudades de la región sólo alcanzan un nivel de reciclaje formalmente reconocido de 7% y de compostaje de 6% (Kaza et al., 2018)
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Las proyecciones de generación de RSM_u en ALyC sugieren un aumento de entre 188 y 197 millones de toneladas en 2015 a un rango de entre 255 y 478 millones de toneladas para el 2050, dependiendo del escenario y el método de estimación empleado (capítulo 2). Cuando se asume que no hay cambios en la generación per cápita de residuos, el intervalo se ubica entre 255 y 266 millones de toneladas. Si se asume un incremento en el consumo de parte de la población hoy día en condición de pobreza y pobreza extrema, el volumen total aumenta hasta el rango de entre 275 y 286 millones de toneladas. En cambio, si se plantea un incremento generalizado del consumo equivalente al aumento de la población urbana y el incremento proyectado del PIB al 2050, la generación de RSM_u podría llegar al intervalo de entre 460 y 478 millones de toneladas.
En términos per cápita, la generación de RSM_u pasaría de 1.08 kg a 1.15 kg si aumenta el consumo de la fracción de la población en condición de pobreza y pobreza extrema (escenario [pob+Pobreza]), pero podría llegar al rango de entre 1.44 kg y 1.93 kg si la generación de RSM_u aumenta en la misma proporción que las proyecciones del PIB. El volumen más probable al 2050 bajo un escenario tendencial será un punto intermedio entre las 286 y los 460 millones de toneladas, es decir poco menos del doble que lo generado en 2015.

Al reto de cantidades crecientes de RSM_u en la región, se suma el de la disposición, ello a pesar de que la tasa reportada de recolección es alta, de alrededor de 85% en promedio (aunque con variaciones que van de un 12% en Puerto Príncipe, Haití, hasta el 100% en Rio de Janeiro, Brasil o la Habana, Cuba; Kaza et al., 2018). En ALyC una proporción importante de los RSM_u sigue disponiéndose en vertederos o basurales a cielo abierto sin control ambiental, o bien, en sitios no aptos para su recepción, usualmente operando bajo esquemas informales e incluso fuera de la legalidad. En promedio, los residuos sólidos generados en 2010 por alrededor de 54.4% de la población en ALyC, fueron dispuestos en confinamiento sanitario, 18.5% en confinamiento controlado y 27.1 % (alrededor de 160,000 toneladas al día) terminaron en vertederos y/o basurales a cielo abierto, incinerados o dispuestos de manera inadecuada (BID et al., 2011). La figura 17 presenta la situación de una muestra de ciudades de la región con base en los datos más recientes disponibles según lo reportan Kaza et al., 2018.
RESIDUOS PELIGROSOS
Un residuo peligroso es aquel que cuenta con características de corrosividad, reactividad, toxicidad, explosividad e inflamabilidad. El Convenio de Basilea tiene como objetivo reducir al mínimo la generación de desechos peligrosos y su movimiento transfronterizo, así como asegurar su manejo ambientalmente racional, para lo cual promueve la cooperación internacional y crea mecanismos de coordinación y seguimiento. Varios países en ALyC han ratificado el Convenio, pero no todos reportan las cantidades de residuos peligrosos. En la figura 18 se muestra la generación de residuos peligrosos (categorías Y1-Y45) de algunos países de la región, de acuerdo con lo reportado al Convenio de Basilea. En 2010, Cuba fue el país que reportó la mayor generación de residuos peligrosos, tal cifra fue de 301,860 toneladas, y estaba en su mayoría compuesta —en el orden de 96%— de residuos de mezclas de agua/aceite, agua/hidrocarburos y emulsiones.

RESIDUOS HOSPITALARIOS
Los establecimientos de salud en ALyC —como en el resto del mundo— generan una enorme cantidad de residuos de composición compleja. Se estima que 80% son residuos comunes similares a los sólidos urbanos; entre 10% y 15% son residuos patogénicos o infecciosos que requieren un tratamiento especial; de 3% a 5% son residuos especiales entre los que se pueden encontrar residuos químicos peligrosos (1-3%); y 2% son residuos radiactivos. En ALyC los métodos de tratamiento y disposición más comunes para estos desechos son la incineración en pequeños hornos o su simple vertido en basurales. Dada la ratificación del Convenio de Estocolmo por países en la región, la incineración debe ser sustituida por tecnologías alternativas (hcwh y gaia, 2005).
Si bien, los datos sobre residuos hospitalarios en ALyC son escasos, existen algunas estimaciones que sugieren un rango promedio de entre 1 y 4.5 kilogramos, cama, día, con otras que lo ubican entre 2.6 y 3.8 kilogramos, cama, día (Rodríguez, García y Zafra, 2016). En México se ha reportado una generación de 1.5 kilogramos, cama, día (SEMARNAT, 2020).
Los datos sobre generación total, recolecta y tipo de manejo de este tipo de residuos en la región son en general limitados, inconsistentes y con metodologías de estimación inconsistentes, destacando la carencia de datos a escala local. Brasil, sin embargo, presenta un buen seguimiento. Por ejemplo, entre 2010 y 2019, la colecta de residuos hospitalarios en los municipios de Brasil pasó de 221,270 a 252,948 toneladas anuales, es decir, aumentó de 1.16 a 1.21 kg per cápita al año (abrelpe, 2020). En 2019, 40.2% de esos residuos hospitalarios se incineraron, 18.5% se trataron en autoclave y 5.1% por microondas, mientras que 36.2% fueron depositados en rellenos sanitarios (abrelpe, 2020).
La aún poco clara situación en ALyC derivada de la disponibilidad limitada de información sin duda se ha agravado pues es posible confirmar, a partir de las tendencias en otros países, que la generación de residuos hospitalarios ha aumentado a raíz de la pandemia COVID-19 (Kumar Das et al., 2021; Haque et al., 2021). Si se asume como correcta la estimación de Haque et al. (2021) de 3.4 kilogramos de residuos hospitalarios generados en promedio diariamente por cada persona infectada y asumiendo una duración de infección conservadora de 5 días, hasta agosto de 2021 se habrían por lo menos generado en ALyC unas 750 mil toneladas adicionales de este tipo de residuos. Ese volumen podría verse triplicado si en cambio se usa un factor de 9 kilogramos al día por persona infectada tal y como lo asume una estimación oficial de México (SEMARNAT, 2020).
RESIDUOS DE APARATOS ELÉCTRICOS Y ELECTRÓNICOS
Un flujo de residuos urbanos reciente en la región, con una tasa de crecimiento anual de entre 5% y 7% corresponde a los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, es decir, la denominada e-waste o basura electrónica. Se estima que, en 2014, alrededor de 4,000 kilotoneladas (9% del total global) fueron generadas en ALyC; de esa cantidad 17 kilotoneladas fueron teléfonos móviles. La figura 19-A ilustra la composición de basura electrónica en ALyC, en tanto que la figura 19-B muestra la generación de residuos electrónicos de algunos países de la región.

RESIDUOS DE LA CONSTRUCCIÓN Y LA DEMOLICIÓN
En una región con el grado de urbanización de ALyC cabría esperar que el sector de la construcción juegue un papel relevante en la economía de la región, pero también que el sector sea un generador de residuos de la construcción y de la demolición (rcd). Países como México, Perú, Brasil, Costa Rica y Colombia han creado marcos regulatorios para lidiar con el creciente volumen de este tipo de residuos y han emitido planes de manejo incluso a nivel ciudad, pero esto no es lo común. En 2011, la generación de rcd en México se estimó en casi 17,000 toneladas diarias (6.08 millones de toneladas anuales), de las cuales sólo 3% se reciclaban y 1% se reusaban (cmic, 2018). La composición estimada de tal flujo se muestra en la figura 20. Estimaciones más recientes apuntan que el volumen de rcd estaría en torno a 12 millones de toneladas anuales (Aguilar, Gómez y Rojas, 2017).

Por otro lado, las variaciones estatales del volumen generado de tales residuos a lo largo del país son pronunciadas, hasta 36 veces entre el estado con mayor actividad (Nuevo León, al norte del país) al de menor (Campeche, al sur).
En Colombia la generación de rcd es un problema común en diversas ciudades, alcanzando niveles críticos en urbes que superan dos millones de habitantes, tales como Bogotá, Medellín y Cali.41[1] En la capital se produjeron cerca de 12 millones de toneladas de rcd en 2015, de las cuales solo 333, 000 toneladas tuvieron un manejo adecuado, el resto se descartó de manera no controlada en alrededor de 94 sitios no autorizados emplazados en su gran mayoría en el perímetro urbano de la capital (Salazar et al., 2015). Por otra parte, en Medellín se reporta la generación de cerca de 876,000 toneladas anuales o 2,400 toneladas diarias de rcd, las cuales no se disponen totalmente de manera adecuada, una situación que se repite con las 190,000 toneladas generadas en Cartagena al año, con las 500,000 toneladas anuales en Ibagué y el millón de toneladas de rcd anuales en Cali (Salazar et al., 2015).[2]
En Brasil, la Associação Brasileira de Empresas de Limpeza Pública - abrelpe, reportó que la generación a nivel nacional de rcd pasó de 33 millones de toneladas en 2010 a 44.5 millones de toneladas en 2019 (abrelpe, 2020). Esta estimación resultó de la recolección de este tipo de residuos a nivel regional. La recolecta de rcd varió por región, en el norte pasó de 1.24 a 1.71 millones de toneladas, año; en el noreste de 5.71 a 8.8 millones de toneladas, año; en el centro-oeste de 4.01 a 4.83 millones de toneladas, año; en el sureste de 17.15 a 23.24 millones de toneladas, año; y en el sur de 5.25 a 5.92 millones de toneladas, año, todas respectivamente (abrelpe, 2020). A nivel municipal, los índices de generación de rcd variaron entre 94.5 y 300.8 kg por habitante, año en 2019 (abrelpe, 2020). Para mayores detalles del potencial del reciclaje de rcd, véase en este mismo capítulo la sección de edificaciones eficientes y sostenibles, así como la sección de transporte y movilidad sostenible para el caso del reciclaje de asfalto.
Principales retos socioambientales asociados a la gestión de residuos.
De acuerdo con las estadísticas antes mostradas, así como por lo identificado en el reporte El Peso de las Ciudades (IRP, 2018), los principales retos relacionados a los residuos, en este caso para ALyC, son esencialmente: la creciente generación; una cobertura insuficiente del servicio de recolección; la limitada capacidad para convertir la fracción orgánica de los residuos (que es la de mayor peso) en composta; tasas bajas de reciclaje y muy bajas en reúso; la ausencia o limitada información sobre los flujos de residuos (en particular los de los circuitos informales); la necesidad de reconsiderar soluciones tecnológicas; y la urgencia de encontrar soluciones de la mano de la informalidad en el reciclaje y reúso (tanto laboral como de otra índole, mismas que suelen traducirse en oportunidades desiguales para los distintos recicladores, tal y como se describe más adelante desde una perspectiva de género). La tabla 16 resume con mayor detalle los principales desafíos asociados a la gestión de RSM en ALyC.
El manejo de RSM_u enfrenta una problemática multidimensional que se extiende a los ámbitos ambientales, económicos, de la salud pública y de resiliencia urbana. En términos ambientales, los RSM_u son una fuente importante de las emisiones de GEI de ALyC, además de tener otros impactos adversos como la generación de lixiviados tóxicos que potencialmente pueden contaminar acuíferos. En la esfera económica[1]financiera se debe considerar que la recolección y disposición de RSM_u representa el mayor gasto de presupuesto público en muchos municipios del Sur Global (Hoornweg y Bhada-Tata, 2012). Por su parte, en cuanto a la salud pública, la disposición inadecuada de los RSM_u puede atraer fauna nociva y representar riesgos sanitarios a la comunidad. Finalmente, y con relación a la resiliencia urbana, la falta de recolección de residuos puede causar el bloqueo de los sistemas de drenaje e incrementar la probabilidad de inundaciones, las cuales pueden agravarse por los efectos del cambio climático (Hoornweg y Bhada[1]Tata, 2012; Delgado et al., 2020).

Un manejo socioecológicamente integral de los RSM_u, y que incluye medidas de prevención y reducción de residuos generados, puede hacer frente a los retos antes expuestos a la vez que se contribuye a disminuir tanto el consumo de materiales vírgenes, como los múltiples impactos socioambientales relacionados a su obtención. En tal sentido, para reducir la generación y promover el reúso de RSM_u, se propone como una guía general aplicar el principio de la jerarquía de residuos (figura 21)1 de tal suerte que se habilite: 1. disminuir la demanda de materiales vírgenes y la disposición final de residuos con el fin de regenerar los sistemas socio-naturales; 2. conformar esquemas de circularidad metabólica —reinserción de materiales o de energía recuperada al propio sistema urbano—; y 3. la reorientación de la economía hacia el bienestar social.
El principio de la jerarquía de los residuos puesto en acción para el caso de los desechos orgánicos pasa por su transformación en energía —vía la captura de metano— o en composta, la cual a su vez puede usarse en actividades agrícolas urbanas o periurbanas, así como en áreas verdes urbanas. Tales acciones permiten reducir, tanto el volumen de residuos sólidos que llegan a los rellenos sanitarios (o tiraderos a cielo abierto), como el consumo de recursos naturales. Además, puede ser una fuente de ingreso doble para los gobiernos locales, al reducir el costo de operación de los rellenos sanitarios, así como al producir un bien económico (más allá de los diversos productos o materiales que derivan de la fracción inorgánica). Por otra parte, este circuito se puede aprovechar para fomentar la cultura ambiental que a su vez incide en la reducción de la generación de los residuos, así como en una mejor gestión de estos.

Un factor crucial para el fomento de la economía circular es lograr la recolección diferenciada de los residuos sólidos ya que es necesario mantener los residuos limpios, separados y acumulados para su reinserción en procesos productivos. Por lo tanto, el buen funcionamiento del servicio municipal de recolección de los RSM_u tiene una función clave en alcanzar esquemas sólidos de economía circular, sin duda todo un reto en ALyC dada la calidad del servicio en muchas ciudades o zonas de éstas; sobre todo en las periurbanas donde son comunes tanto los esquemas de concesión irregular, como la presencia de circuitos informales.
La separación en la fuente es todo un reto y su éxito pasa por un claro entendimiento de la dimensión formal e informal de la gestión de los RSM_u en cada ciudad. Los arreglos entre estas dos dimensiones son complejos de alcanzar, lo que explica que pocas ciudades en ALyC logren en la práctica recolectar los RSM_u separados por tipo (reciclable, orgánico, inorgánico). Derivado de ello, el avance de acciones en materia de composteo es limitado pues de 39 ciudades de ALyC estudiadas, sólo cuatro reportan transformar sus residuos orgánicos en composta: São Paulo, Ciudad de México, La Paz y Rosario (Kaza et al., 2018). La mayoría de las ciudades señalan, en cambio, medidas de reciclaje, acción que tiende a ser baja en su circuito formal (<5% de los residuos totales), ello desde luego con ciertas excepciones. En promedio más ><5% de los residuos totales), ello desde luego con ciertas excepciones. En promedio más de un cuarto de todos los RSM en la región se dispone en tiraderos sin manejo alguno (cifra que excluye los RSM_u desechados en botaderos clandestinos) (Kaza et al., 2018). Por lo antes descrito, en términos generales se puede apuntar la urgente necesidad de mejorar los sistemas de recolección y manejo de los RSM_u en ALyC, desde la recolección hasta su transformación y disposición final.
Tal mejora tiene importantes cobeneficios en salud pues la mala gestión de los residuos –incluyendo los peligrosos, hospitalarios y de basura electrónica– aumenta la contaminación de suelos y agua, pero también del aire dada las prácticas de incineración no controlada. En conjunto, las malas prácticas en torno a la gestión de los residuos aumentan ciertos riesgos de enfermedades infecciosas y crónicas (Noel-Brune et al., 2013; Lundgren, 2012; Carrizales et al., 1999). El compromiso público y político del sector salud es indispensable para poder establecer evaluaciones de vulnerabilidad, propuestas, análisis, instrumentación y evaluación de medidas de adaptación y mitigación con cobeneficios que sean acordes con el trabajo intersectorial y en un marco de lucha contra la pobreza y la desigualdad (Moreno et al., 2020).
Por otro lado, desde una perspectiva de género, las experiencias de Cochabamba, Montevideo, Lima y São Paulo develan que participar en la recolección de RSM es para muchas mujeres una forma de autoemplearse, trabajo que es particularmente invisibilizado en el marco de una informalidad que, en la práctica, las afecta de manera diferencial (ello más allá de la doble carga de trabajo ya que, a tal actividad, hay que sumar las tareas de cuidado que realizan; Riofrío y Cabrera, 2012). En Perú, por ejemplo, se observó que las mujeres tienen menor acceso a los materiales reciclables de mayor valor, además de que experimentan una distribución de las actividades basada en una división sexual del trabajo, es decir, las mujeres clasifican más mientras que los hombres recogen los materiales de las calles (PNUD-PNUMA, 2018). También se constató que las mujeres participan menos en la toma de decisiones, además de que no sólo están más expuestas a riesgos de salud (dígase por el hecho de que les afecta más el que no puedan ir a baños higiénicos), sino también a situaciones de acoso (PNUD-PNUMA, 2018). Todos estos aspectos transversales han de considerarse con la seriedad que se impone en el avance de medidas que permitan reducir el peso de las ciudades desde la gestión socioecológicamente integral de los residuos en ALyC.
Fuente: PNUMA-Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
[1] Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, en 2011 el volumen de rcd en 12 ciudades ascendía a 22.2 millones de toneladas. Las ciudades en cuestión son Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, Cartagena, Pereira, Ibagué, Pasto, Barranquilla, Neiva, Valledupar y San Andrés (MADS, 2018).
[2] En este último caso, y debido a la dimensión de la problemática, la alcaldía de Cali reglamentó el control de los rcd, incluyendo una meta de aprovechamiento equivalente al 5% del peso total de los materiales usados en las obras, el cual se incrementa 2% por año hasta alcanzar 30%, según lo establece el Decreto 0771 de diciembre de 2018. Disposiciones similares se verifican también en Bogotá donde el porcentaje de aprovechamiento inicial fue de 2% con incrementos anuales en esa misma proporción hasta alcanzar una meta de 30%, según se establece en la Resolución 472 de febrero de 2017